El conocimiento cobra vida cuando se comparte. En este blog reunimos ideas, aprendizajes y procesos que inspiran nuestro trabajo cotidiano. Reflexionamos sobre creatividad, comunicación, saberes y territorios, con el deseo de abrir conversaciones y ampliar miradas. Aquí cultivamos lo que nos mueve y lo compartimos con la ilusión de que pueda también movilizar a otros y otras.
¿Por qué cuesta tanto comunicar lo que sabemos fuera del mundo académico, incluso cuando ese saber busca transformar realidades? El momento en que una investigadora o un equipo interdisciplinario decide contarle al mundo lo que ha descubierto puede ser desafiante: las ideas no fluyen, el lenguaje se enreda, el mensaje no llega.
En 2020, el encierro por la pandemia de COVID-19 planteó un desafío invisible: ¿cómo mantener la salud física y mental de las personas mayores cuando el movimiento se detuvo? La inactividad física era un riesgo silencioso que necesitaba una respuesta urgente y accesible.
La comunicación inclusiva es un conjunto de prácticas —en el lenguaje oral, escrito y visual— que busca visibilizar y nombrar a todas las personas, evitando exclusiones o estereotipos. No se limita a evitar términos peyorativos, sino que propone diseñar mensajes, interfaces y entornos que reconozcan la diversidad de géneros, capacidades, edades, orígenes y contextos culturales.
No seguimos un mapa cerrado ni avanzamos con brújula fija. Vamos a la deriva. Pero no es una deriva sin rumbo, sino una forma de desplazarnos con escucha, con tacto, con intuición. Así se ha ido transformando Ajolote desde sus inicios: no por ruptura ni salto, sino por contacto constante con aquello que nos rodea y atraviesa.
El pasado lunes 28 de julio, el Aula Magna de la Universidad Alberto Hurtado se llenó de conversaciones, memorias y aprendizajes compartidos durante el conversatorio “Las voces de Raíces Indígenas”, una jornada que reunió a las personas mayores protagonistas de la serie documental, al equipo del proyecto Vejez Indígena, a estudiantes, académicos y asistentes de diversas edades y territorios.
Diez palabras que dicen mucho de quiénes somos y cómo comunicamos el conocimiento. En Estudio Ajolote trabajamos con ideas que importan. Nos dedicamos a transformar saberes en relatos visuales, digitales y narrativos que conecten con las personas. Pero a lo largo de este camino, nos hemos dado cuenta de algo: muchas de las palabras que usamos a diario —en reuniones, correos, guiones o presentaciones— no siempre son claras para todo el mundo.
10 palabras que nos enseñan a escuchar, emocionarnos y encontrarnos En Ajolote, todo comienza con la escucha. Antes de diseñar, escribir o planificar, escuchamos. Escuchamos saberes, voces, silencios, historias. Escuchamos los contextos, los territorios, los procesos. Porque comunicar conocimiento no es solo contar lo que sabemos, sino comprender lo que ya existe antes de intervenir.
En investigación solemos pensar que los resultados “hablan por sí solos”. Pero fuera del mundo académico, esos mismos resultados pueden volverse opacos, demasiado técnicos o difíciles de aplicar. Hoy más que nunca, instituciones, proyectos Fondecyt, centros de investigación y equipos científicos necesitan traducir sus hallazgos en contenidos claros, accesibles y orientados a las personas.
Imagina una escena en la penumbra. Dos personas hablan, pero lo que más te inquieta no es lo que dicen, sino lo que evitan mirar. En el cine, ese efecto tiene una potencia particular. Basta pensar en Sátántangó (1994), de Béla Tarr: más de siete horas donde casi no pasa “nada”, pero donde cada silencio, cada plano fijo y cada respiración capturada sin prisa dicen más que cualquier argumento. El tiempo se vuelve un lenguaje; la pausa, una declaración.
Diez palabras que nos ayudan a diseñar, dialogar y dar forma al conocimiento compartido. La letra D nos abre una puerta directa a nuestra práctica diaria: diseñamos estrategias, damos forma a ideas, dialogamos con instituciones, disciplinas y comunidades.
Imagina un aula universitaria donde alguien proyecta una presentación idéntica a la que viste hace diez años: fondo blanco, texto diminuto, imágenes demasiado genéricas que parecen ya vistas. O un sitio web institucional que abre con una foto rígida de fachada y un menú confuso e interminable, con conceptos que suenan interesantes pero son confusos o ambiguos. Todos sabemos que esos formatos no enganchan o simplemente no son adecuados para todas las situaciones, pero seguimos produciéndolos. ¿Por qué?
Vivimos como personajes de una vieja narrativa: la de las dos culturas. En un rincón, la ciencia: un reino de lógica fría, método riguroso y hechos objetivos. En el otro, el arte: el dominio de la emoción pura, la creatividad sin restricciones y la verdad subjetiva. Uno es el mundo de las batas de laboratorio y las ecuaciones; el otro, el de los lienzos y los escenarios.
La ilusión de la neutralidad ha acompañado a la ciencia, al periodismo y a las instituciones durante siglos. Heredamos la idea de que el lenguaje puede ser un espejo transparente, capaz de reflejar la realidad sin distorsiones. Pero la lingüística, la filosofía y la historia de la ciencia han mostrado otra cosa: el lenguaje nunca es neutro, siempre organiza, selecciona, enmarca. Nombrar es en sí mismo interpretar.
Hace unos días, la Universidad de Chile lanzó un documento que redefine su lugar en la vida pública del país. Bajo el título “PúblicaParaLaRepública”, la universidad no solo reafirma su carácter estatal, sino que propone un nuevo pacto entre conocimiento, ciudadanía y políticas públicas.
Publicar artículos, asistir a congresos, presentar avances… Los canales tradicionales de la investigación académica son fundamentales, pero no siempre logran conectar con quienes están fuera del ámbito científico.
En Estudio Ajolote creemos que el conocimiento cobra sentido cuando circula. Nos inspiran las bibliotecas, los archivos y las plataformas de acceso abierto no solo por lo que guardan, sino por lo que representan: lugares donde los saberes acumulados se amplifican y se comparten con todas las personas.
En 2020, el encierro por la pandemia de COVID-19 planteó un desafío invisible: ¿cómo mantener la salud física y mental de las personas mayores cuando el movimiento se detuvo? La inactividad física era un riesgo silencioso que necesitaba una respuesta urgente y accesible.
En noviembre de 2021, la Facultad de Odontología de la Universidad de Chile estrenó la versión audiovisual de la obra de títeres Salvadores del Tiempo, una iniciativa pensada para promover la salud oral en comunidades escolares y hospitalarias, a través del lenguaje lúdico y afectivo del teatro de títeres. Con casi 1.800 reproducciones en YouTube desde su estreno, esta pieza sigue conectando con públicos diversos, ampliando el alcance de una iniciativa de fuerte raíz comunitaria.
En Estudio Ajolote creemos que comunicar conocimiento es, también, una forma de transformarlo en bien común. Y cuando ese conocimiento nace desde instituciones públicas, con vocación formativa y territorial, el compromiso se vuelve doble: comunicar con profundidad y hacerlo con responsabilidad.
Durante más de tres años, desde Estudio Ajolote hemos acompañado este proyecto creando su identidad visual, sitio web, redes sociales y estrategia de contenidos. La serie Raíces Indígenas es el hito final de este proceso: una pieza audiovisual que condensa todo lo aprendido, escuchado y compartido durante este recorrido.
Es 1972 y The Mike Douglas Show transmite un programa especial: John Lennon se prepara para tocar junto a su ídolo Chuck Berry frente a millones de personas que los miran por televisión. Pero no están solos, los acompañan los músicos de la banda Elephant´s Memory y también está Yoko Ono, que para esa altura ya es la sombra inseparable de John.