En Ajolote, todo comienza con la escucha. Antes de diseñar, escribir o planificar, escuchamos. Escuchamos saberes, voces, silencios, historias. Escuchamos los contextos, los territorios, los procesos. Porque comunicar conocimiento no es solo contar lo que sabemos, sino comprender lo que ya existe antes de intervenir.
La letra E nos lleva a ese lugar: al ejercicio de empatizar, de emocionarnos, de equilibrar, de errar y de estar siempre en disposición de aprender. Nos recuerda que detrás de cada proyecto hay personas, y que la comunicación —cuando se hace con ética, con evidencia y con estética— se vuelve un espacio de encuentro.
Esta E no es de ego, sino de entramado. Es una letra abierta, expansiva, que invita a entrelazar mundos, disciplinas y sensibilidades.
Lo primero que hacemos. La escucha es nuestra herramienta más poderosa. Escuchar con atención, sin prisa, sin asumir. Escuchar para entender, no para responder. En Ajolote, cada proyecto empieza ahí: con la curiosidad de quien se detiene a oír lo que los otros saben y sienten.
Escuchar con empatía es ponerse en el lugar del otro, no solo imaginarlo. Es abrir el oído y también el cuerpo, para comprender desde la experiencia ajena. La empatía sostiene nuestro modo de trabajar: diseñar, escribir y crear desde la sensibilidad compartida.
Nada comunica si no emociona. Un mensaje sin emoción puede cumplir su función, pero no deja huella. La emoción es lo que convierte una idea en un vínculo, una gráfica en un gesto, una historia en memoria. Comunicar con emoción es comunicar con vida.
El equilibrio es una forma de justicia. Entre lo visual y lo verbal, entre lo técnico y lo poético, entre quien habla y quien escucha. Buscamos que los proyectos respiren balance: que cada elemento esté al servicio del sentido, sin excesos ni jerarquías.
El error es maestro. Nos enseña lo que no sabíamos y nos obliga a mirar distinto. En Ajolote no lo ocultamos: lo escuchamos también. Cada tropiezo revela algo del proceso, y reconocerlo es parte de la ética del trabajo creativo.
La ética no es un reglamento: es una práctica cotidiana. Trabajar con ética es cuidar las fuentes, respetar los tiempos, reconocer los saberes de otros, dar crédito, ser claros. Es entender que comunicar también es tomar posición frente al mundo.
Comunicamos para encontrarnos, para ser una comunidad. Cada proyecto es una forma de encuentro entre disciplinas, lenguajes y personas. Creemos en la comunicación como un espacio común, donde se cruzan saberes y se tejen nuevas posibilidades.
Toda historia necesita sustento. La evidencia da profundidad y rigor a lo que contamos. No se trata de llenar de datos, sino de mostrar de dónde viene lo que decimos, cómo lo sabemos y por qué importa. Transparencia y belleza pueden ir juntas.
La estética no es un adorno: es una forma de habitar el mundo. Creemos en la belleza como vehículo del conocimiento. Un proyecto bien diseñado emociona, pero también clarifica, ordena y humaniza. La estética es ética hecha forma.
Comunicar es entrelazar. Vincular lo disperso, unir lenguajes, conectar personas. Entrelazar es tejer comunidad: hacer que los mundos que no se tocaban empiecen a hablar entre sí. En eso estamos: en tender hilos entre el conocimiento y las comunidades vivas.
La letra E nos recuerda que la comunicación es, ante todo, establecer una relación. Escuchamos para entender, empatizamos para acompañar, erramos para aprender, equilibramos para cuidar. Cada proyecto es un pequeño ecosistema de emociones, evidencias y encuentros. Comunicar saberes con belleza y ética es nuestro modo de estar en el mundo.
¿Hay alguna palabra con E que forme parte de tu forma de comunicar, investigar o crear? Cuéntanos en redes o por correo.
El Glosario Ajolote sigue creciendo: letra a letra, encuentro a encuentro.
