Hay procesos que no se fuerzan: simplemente llegan a su tiempo. Después de meses de cuidado, de ajustar el ritmo interno y afinar la dirección, noviembre trajo algo distinto al estudio: la sensación de que los primeros frutos empezaron a aparecer por su propio peso.
Hay momentos en que la transformación deja de ser solo intuición y empieza a volverse materia. Después de meses de mutar por dentro —revisando relatos, afinando el rumbo, escuchando con atención—, sentimos que este octubre es un punto de inflexión: las ideas que veníamos gestando están tomando forma concreta.
En Ajolote, no somos una corporación. Somos cuatro personas. Amigues. Cuatro trayectorias que hace ya diez años decidieron unirse para crear algo juntes. Partimos primero siendo dos pero al poco tiempo se sumaron otras dos y actualmente somos cuatro. A veces crecemos y somos cinco, seis, incluso siete y ocho.