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Publicar artículos, asistir a congresos, presentar avances… Los canales tradicionales de la investigación académica son fundamentales, pero no siempre logran conectar con quienes están fuera del ámbito científico.
Hoy, comunicar los resultados de una investigación exige algo más que rigor: necesita una historia que emocione, inspire y haga sentido para públicos diversos. Transformar tu investigación en una narrativa clara y cercana no significa simplificarla, sino darle estructura, voz y propósito comunicativo.
En Estudio Ajolote acompañamos a equipos de investigación y centros académicos a lograr justamente eso: convertir el conocimiento en relatos significativos.
Toda historia poderosa comienza con una motivación. Pregúntate:
Responder estas preguntas te permitirá construir el eje narrativo de tu comunicación: ese hilo conductor que da sentido al trabajo y lo hace relevante para audiencias no especializadas.
👉 Consejo Ajolote: en tus textos o presentaciones, abre siempre con el contexto y la motivación, no con la metodología. Eso marca la diferencia entre un informe técnico y una historia que conecta.
Los números y resultados son importantes, pero lo que realmente engancha son las personas detrás de ellos. La investigación cobra vida cuando mostramos los rostros, los desafíos y las decisiones que hay en el proceso.
Incorpora anécdotas del trabajo de campo, testimonios de comunidades participantes o incluso las preguntas que impulsaron la investigación. Este tipo de elementos crea cercanía y empatía con quienes te leen o escuchan.
👉 Ejemplo: en lugar de decir “el estudio identificó 45% de pérdida de biodiversidad”, puedes contar: “en las parcelas donde los investigadores trabajan desde hace cinco años, casi la mitad de las especies desaparecieron. La comunidad local lo notó antes que los datos lo confirmaran”.
Una historia científica que conecta es también una historia visual. Pensar en imágenes —metáforas, analogías, esquemas o fotografías— ayuda a que los conceptos complejos sean más comprensibles.
En Estudio Ajolote, cuando diseñamos estrategias de comunicación del conocimiento, trabajamos la coherencia entre texto e imagen: cómo los recursos visuales pueden acompañar y reforzar el mensaje.
👉 Consejo Ajolote: antes de escribir, imagina cómo se vería tu historia si fuera un video o una infografía. Eso te obliga a pensar en secuencias, protagonistas y momentos clave.
Una de las mayores habilidades del comunicador científico es traducir sin trivializar. Evita la jerga técnica, pero no renuncies al rigor. Lo importante es hacer que tus ideas sean accesibles, no diluir su valor.
Usa ejemplos cotidianos, comparaciones o preguntas retóricas. Recuerda que la claridad no se opone a la complejidad: la complementa.
👉 Ejemplo: en lugar de “el modelo multivariable arrojó una correlación significativa”, puedes decir “los datos muestran una relación clara entre ambas variables”.
En la narrativa científica, el final no debería ser solo un resumen, sino una invitación a pensar, actuar o sentir.
Haz visible cómo tu investigación puede transformar algo: una práctica, una política, una mirada. Eso es lo que deja huella y da sentido social al conocimiento.
👉 Consejo Ajolote: termina tu historia con una pregunta o una propuesta. “¿Qué pasaría si aplicáramos este enfoque en las escuelas rurales?” genera más conexión que “Se recomienda seguir investigando”.
Transformar tu investigación en una historia que conecte no es un acto de simplificación, sino de responsabilidad comunicativa. Cada decisión sobre qué contar, cómo contarlo y para quién contarlo es parte del proceso de construcción del conocimiento.
En Estudio Ajolote creemos que la comunicación es una extensión natural de la investigación, no un paso posterior. Diseñamos estrategias, plataformas web y contenidos que ayudan a los equipos científicos a contar sus hallazgos de manera clara, visual y estratégica.
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